UN RATO CON CANDELA PEÑA Y ARANOA

Pretty woman no existe
Por Mar Canet
Tras Barrio (1996) y Los lunes al sol (2002) Fernando León de Aranoa cierra la trilogía de la marginación social con Princesas. El cineasta vuelve a indagar en las miserias de nuestra sociedad más inmediata sin necesidad de salir del país. es visto como un de nuestros mejores guionistas y dialoguistas. Aranoa hace alarde de su capacidad como guionista y dialoguista de situaciones cotidianas, vistiendo a sus personajes de una naturaleza inaudita, que parecen que digan las cosas desde dentro y sin un guión previo. En Princesas sigue la estela de dos prostitutas que por un enfrentamiento laboral se conocerán y se ayudarán. Como explica Fernando León lo interesante de esta historia es que es universal: “Las prostitutas del barrio tienen una confrontación con las chicas que vienen de fuera porque se lo ponen más difícil, tiran los precios abajo y esto crea un conflicto entre ellas. Me parece una bonita historia que contar porque también sirve en otros contextos, se cuenta desde la prostitución pero puede llevar a otros ámbitos.”
El director nos presenta el tema desde la más absoluta normalidad, la idea del guión le vino cuando un amigo suyo le contaba que en la peluquería de su madre iban las putas a peinarse y hablaban que si mi hijo ha sacado un excelente en el colegio, que si las verduras han subido de precio..., con una total normalidad: “Son películas que tienen un punto de partida que es la realidad pero luego la ficción es muy importante y hay mucha elaboración detrás. En el sentido de crear o inventar algo me gusta mucho usar la ficción para contar la historia desde otro sitio y llevar la realidad un metro más allá.”
El cineasta sigue con los temes que pueblan sus tres anteriores películas, la familia, los barrios periféricos de las grandes ciudades, la precariedad laboral, la soledad y la incapacidad para adaptarse a la sociedad que los rodea. Pero la película falla en el tono, es decir, dentro del cine social que hace el cineasta no hay un equilibrio entre el tema y su tratamiento. Hay un excesivo humor que se apoya en la ignorancia de los personajes.
El personaje de Caye, le va como anillo al dedo a Candela Peña, que desde siempre ha querido trabajar con Fernando, hasta llegar al punto de adorarlo: “Cuando tú te encuentras delante de un guión que está escrito de una manera impecable, también la manera de tú acercarte a eso es más fácil, hay personajes que lamentablemente uno tiene que construir en casa un poco más. Caye estaba hechísimo. Entonces también hay fantasía alrededor de la prostitución, y para mí es la parte menos importante, pero la importancia mayor era acercarse al guión de Fernando y que el personaje, que Caye, que tu te creyeras que esos textos los tenía tan incorporados en ella que salgan de una manera de verdad, y eso como actriz me tenía muy agobiada porque estar delante de un texto de Fernando es casi estar delante de un texto clásico y sabía que era muy puntilloso.”
Aranoa, muy meticuloso con sus guiones, no les permite cambiar ni una coma de los diálogos a los actores. Candela Peña tuvo que adaptarse a las exigencias del cineasta: Lo que más me costó fueron las dos primeras semanas para acoplarte porque tú también fantaseas con un director y luego te lo encuentras allí y te tienes que entenderte. Aunque reconoce que una de las escenas que le costó más rodar fue una que no había demasiado diálogo: “... pues sí, una de las que me costó fue la del estand de Channel...l

La película se resiente de la poca información que tenemos de los orígenes de Caye. En ningún momento se nos explica como ha llegado hasta la prostitución. Podemos pensar que es un acto de rebeldía hacia su madre, pero también su hermetismo y su involución, la convierta en un personaje lineal. Y no hacer ningún esfuerzo para cambiar las cosas, como ya hacia el personaje de Javier Bardem en Los lunes al sol, hace que nos falte de alguna explicación lógica para acabar de entender sus actos.
En cambio Zulema (Micaela Nevárez), frágil y de mirada triste, si que se hace querer. Inocente y desesperada para legalizar su situación sabe que se encuentra en el sitio equivocado. Pero no estaba en el sitio equivocado cuando conoció a Fernando: “Yo conocí a Fernando y a Javier (Bardem) a la misma vez en Nueva York, ellos estaban haciendo la promoción de “Los lunes al sol”. Y Fernando me estaba comentando que estaba trabajando en un guión y me hizo una sipnosis en breve. Al año siguiente Javier está en Nueva York intentando contactar conmigo porque Fernando lo mandó para que me hiciera una prueba. Y para mí fue más que un sueño, era irreal, así que tuve la oportunidad y el placer de que Javier me audicionara él mismo y dirigiera la pequeña prueba y él hizo de Caye.”
En Princesas el sexo es lo que menos importa, son los valores universales de la amistad, de dos mujeres que luchan a su manera por seguir adelante en un mundo que no les permite elegir. Viven de los sueños que saben que nunca se van a realizar. Y no son princesas son esclavas de una sociedad mordaz con los débiles y los pobres. Manu Chao y su mestizaje dan la nota alegre que permite un suspiro a estas mujeres maltratadas: Yo como mujer como Micaela me cuesta mucho entender como un hombre te puede dar puñetazos de este nivel, desfigurarte y a la misma vez volver de nuevo volverte a ver con ese ser humano. Yo como persona no lo puedo justificar y tuve que buscar la forma de justificarlo para Zulema y esto me costo muchísimo.
Aranoa pone la cámara en las preocupaciones sociales, su mirada es un bisturí que disecciona la vida cotidiana de las familias de clase obrera. Siempre con una visión muy realista y alejada de cualquier concesión visual. Nos muestra un relato cruel de la vida, que ameniza con alguna escena que ronda el humor absurdo. Hay poca esperanza pero nos gustaría creer que todavía existe gente buena, posiblemente Caye y Zulema todavía son putas, pero quién sabe.
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